Trabajar con un propósito es vivir con un sentido.

¿Qué es lo que te hizo dedicarte a lo que te dedicas?
¿Qué razón hubo para que un día decidieras abordar una formación determinada?
¿Con qué soñabas en la infancia? ¿Tiene tu vida de hoy algo que ver con aquello?

Estas preguntas lanzadas al aire, me gustaría cogerlas yo mismo al vuelo para contarte el por qué, el para qué y el cómo he llegado hasta aquí en mi desarrollo profesional y vital.

Así mismo, me gustaría provocar en ti una reflexión sobre estas cuestiones que, coincidirás conmigo, tienen una relevancia determinante en nuestra vida, pero que curiosamente no siempre nos las planteamos con la transcendencia que merecen.

Te seré sincero, este artículo quiero escribirlo sin parame mucho a atender cuestiones técnicas, prefiero que fluya de la forma más espontanea posible, como surgen las mejores conversaciones con un amigo, con tu pareja o con tus hijos…

Pero sospecho que el valor que puedes descubrir, al menos en mi caso, es el que da sentido a todo lo que viene después en relación a ser emprendedor, profesional del coaching, la psicología…o lo que imagines.

De hecho, esto último que acabo de decirte me ha inspirado lo siguiente que te quiero preguntar.

¿Qué determina para ti el éxito o el fracaso?

Seguramente para esta pregunta hay tantas respuestas como personas.

Habrá quien piense que él éxito o el fracaso son términos absolutamente relativos. Por el contrario también habrá quien tenga matemáticamente medidos estos dos conceptos. De hecho estoy seguro que existe más de una fórmula específica (lo investigaré) y hasta quien le haya dado peso, volumen y forma.

Lo que es cierto, es que todos necesitamos tener o crear nuestros índices de referencia para estos dos conceptos que de forma voluntaria o involuntaria son recurrentes en nuestro pensamiento.

Por lo tanto, en este sentido, si hay un aspecto de objetividad claro sobre esta cuestión:

El éxito es una cuestión absolutamente personal y definirlo no depende de nadie, más que de nosotros mismos.

Para mí, el éxito se ciñe prácticamente a dos cuestiones: coherencia y aprendizaje.

Coherencia personal: es decir, que en tu forma de vivir, trabajar, relacionarte…existe una alineación entre lo que sientes, piensas y haces.

Y de la misma manera, casi tengo más claro lo que es el fracaso, porque creo que aunque no sea medible, todos tenemos un radar interior que nos indica que algo está fallando cuando:
independientemente de lo que ven los demás, de lo que cuentas, de lo que ganas o lo que aparentas…sientes que estás traicionando algo que llevas dentro.

Aprendizaje: a todo lo que nos enfrentamos en la vida puede reducirse a una cuestión de éxito o fracaso. Depende de la transcendencia del hecho, todo lo podemos ver como grandes y pequeñas victorias o derrotas: sacar adelante una carrera universitaria, una separación matrimonial, un cigarro menos, un cliente que has ganado, una discusión tonta con un amigo, 5 minutos más de ejercicio diario.

Pero yo lo prefiero “simplificar” aún más a una cuestión de aprendizaje. El éxito me parece algo completamente vacío si no obtengo un aprendizaje para otra situación y el fracaso me parece algo enriquecedor y vibrante si me ha enseñado algo para el futuro.

El vivo retrato de un fracasado es alguien que de las malas experiencias solo se ha quedado con un sentimiento de culpabilidad hacia sí mismo o de resentimiento hacia los demás.

Hablo por propia experiencia…Todos tenemos que luchar de vez en cuando con nuestro “Yo” más oscurito.

Volver a los orígenes para encontrar el Norte.

No se me ocurriría jamás ponerme en tu papel de psicólogo, coach o terapeuta. Tú tienes mucho más criterio para argumentar como determina la infancia todo nuestro desarrollo como adultos.

Solo pretendo contarte algunos aspectos de mis primeros años y juventud que han influido en lo que soy y lo que quiero ser y hacer.

Me críe en una gran familia, en todos los aspectos, pero sobre todo en el numérico: 9 hermanos.

Una familia donde el emprendimiento y todo lo que conlleva se mama desde pequeño. Abuelo, padre, tíos, primos y hermanos llevan empujando una empresa que en breve celebrará su centenario . Y eso, evidentemente, ha determinado mi vida en muchos aspectos.

Desde pequeño sentía fascinación por tres cosas: la música, dibujar y los indios. Sí, los indios. Hasta el punto que siempre que un adulto me preguntaba ¿Qué quieres ser de mayor? Mi respuesta era rotunda: “indio.”

A principios de los 70 los Western vivían sus últimos años de esplendor. Lo que no era nada habitual es que un niño se decantara sin dudarlo por los perdedores.
Te parecerá una tontería, pero en la figura del indio yo identificaba 4 rasgos que en 48 años, han sido muy persistentes en mí personalidad y forma de ver el mundo: rebeldía, ansia de libertad, relación con la naturaleza y rechazo a la injusticia.

La adolescencia y primeros años de juventud estuvieron marcados por la rebeldía y el ansia de escapar de una pequeña ciudad y un sistema educativo, que no me proporcionaban la creatividad ni la libertad que buscaba.

Llegó la hora de elegir una profesión que determine todo tu futuro.

Es evidente que esta decisión puede condicionar mucho tu futuro…o no.

Pero al planteamiento que entonces y todavía hoy se hace de esta decisión, le sobra en mi opinión carga dramática. Lo planteamos como una cuestión de vida y muerte. Como si fueras a dar un paso que no tiene vuelta atrás. Y bajo un prisma que parece reducir todo tu futuro a un solo plano: el económico.

Es precisamente esa presión, la que deriva en muchísimos casos en una decisión equivocada.
Si es que la decisión ha sido realmente tuya.

¿Derecho o empresariales? ¿Medicina o Ingeniería? En los 80 al menos, elegir carrera y profesión parecía una cuestión binaria y absolutamente condicionada.

¿Publicidad? Sí, publicidad. Yo tuve la suerte de poder elegir, pero me harte de tener que responder de forma reiterada a la pregunta ¿Pero eso se estudia?

Fue liberador: decidir por mí mismo, estar conectado a Madrid y conocer gente de lo más diversa. Y lo más importante, constatar que la decisión inspirada por la lectura de “confesiones de un publicitario”, de David Ogilvy, había sido la correcta.

Mi acierto no estaba fundamentado en una cuestión de seguridad laboral o promesas de un futuro económicamente espléndido. Si no en la constatación de que esa profesión me permitiría colmar tres aspectos que van intrínsecos a mi persona: la creatividad, la curiosidad por descubrir el por qué del comportamiento de las personas y la amplitud de miras que te proporciona trabajar para proyectos empresariales muy diversos y liderados por gente valiente y dinámica.

Y con en esa amplitud de miras, puse rumbo a la Universidad de Boston un año para finalizar así el ciclo que me pondría en la línea de salida del mercado laboral.

Ser emprendedor.

A mi vuelta de Estados Unidos, la España del 94 atravesaba un momento delicado en lo económico y como no podía ser de otra manera, afectaba de forma directa al sector del marketing y la publicidad.

Toda la absurda grandilocuencia de los años anteriores, con presupuestos en marketing multimillonarios, se había quedado en nada. Las grandes agencias reducían drásticamente su estructura y otras muchas echaban el cierre.

“¿Por qué no montas tu propia agencia?” Preguntó mi padre “¿Por qué no?” Me dije yo.

Y fue así, de forma más impulsiva que meditada como mi Yo emprendedor empezaba a desarrollarse a través de una idea de negocio.

Permíteme que insista en un matiz de la frase anterior que me parece relevante.

Más del 90% de las veces que se menciona la palabra emprendedor, el termino se reduce al contexto de la iniciativa empresarial. Conviene recordar su verdadero significado.

Emprendedor: que tiene decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo.

Existen muchas maneras de desarrollarse como emprendedor, no necesariamente tiene que ser arrancar un negocio. Conozco trabajadores por cuenta ajena, o personas que fuera de su actividad laboral, demuestran un espíritu emprendedor muy superior al de muchos empresarios.

Es el espíritu emprendedor que llevas dentro el que puede manifestarse en forma de negocio, pero un negocio no te convierte en emprendedor.

En mi opinión, tener esta idea clara ayudaría a identificar el valor emprendedor en muchos más ámbitos y ahorraría muchos disgustos y dinero a quien realmente no es un emprendedor y se lanza a ello con un negocio.

Lo que te aseguro es que ser emprendedor en la España de 1994, con 24 años, no era nada habitual y estaba bastante alienado con la decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo.

Que te enseñan 24 años de emprendimiento profesional en marketing.

24 años dirigiendo tu propia agencia de publicidad dan para mucho: bueno y malo. No quiero aburrirte con cien batallitas. Prefiero resumirte lo más importante que este viaje me ha enseñado. Una vez más: el aprendizaje es el mejor equipaje que te puedes llevar de cada experiencia.

  • 1. La fortuna de conocer personas e iniciativas de todo tipo. Gente con actitud y dedicación que te enseña más de tu profesión que lo que puedes aprender en cualquier universidad o master.
  • 2. La posibilidad de analizar y reconocer patrones que determinan el éxito o fracaso de una idea. Anticiparte o corregir para redirigir el rumbo hacia el objetivo deseado.
  • 3. El aprendizaje continuo sobre que emociones y comportamientos hay detrás de la comunicación que consigue conectar y mover a la acción a una persona en relación a una propuesta de servicio o producto.
  • 4. El privilegio de tener la confianza de multitud de personas que quieren que les acompañes para construir una identidad y una estrategia que les ayude a alcanzar el sueño y propósito que buscan con su proyecto.
  • 5. Que la creatividad es un concepto mucho más amplio y fundamental que un slogan ocurrente o un diseño atractivo. Es el mayor patrimonio de la humanidad y es la herramienta más poderosa para conseguir grandes logros cuando se trabaja con objetivos.





Punto de inflexión: encontrarle más sentido a lo que hacemos.

Trabajar en marketing para grandes y pequeñas empresas es divertido, gratificante (no siempre) y retador. Pero también es en muchas ocasiones muy exigente y estresante.

He disfrutado ayudando a empresas a ser más competitivas, llevando a cabo estrategias y acciones que han ayudado a hacerlas crecer vendiendo todo tipo de productos y servicios: vehículos, salud, viviendas, cosmética, seguros, alimentación, moda…

También he colaborado en numerosas acciones de marketing y comunicación que tenían detrás una proyección de beneficio social no comercial. Éstas las he disfrutado especialmente.

Pero llegó un punto donde necesitaba encontrar una vía de desarrollo profesional que aunara, en la medida de lo posible, estas tres características que le dieran más sentido a todo:

  • 1. Nuevas formas de comunicación no convencionales: donde el cliente pasa de espectador a verdadero protagonista. Donde se desarrolle un diálogo real y se aporte mucho más valor.

    Donde los objetivos y los resultados de las acciones sean consistentes, medibles y los métodos ofrezcan más garantías a mi cliente.

    Donde la creatividad y ciencia se encuentren, sumen y den respuesta a una realidad del marketing incuestionable: la tecnología sin emoción no sirve de nada. Y viceversa.

  • 2. Una forma de trabajo más flexible: donde el esfuerzo y la entrega al trabajo sea compatible con una vida personal más rica. Donde descansar un lunes o trabajar un domingo hasta las 22:00 no represente una catástrofe, si eso te proporciona posibilidad de vivir un momento único.
  • Que permita contextos de trabajo más abiertos y creativos en relación al lugar y la forma de relación con tus colaboradores. No tener una dependencia esclava, absurda e irreal del concepto convencional de oficina como condicionante de la calidad de servicio de tu trabajo.

  • 3. Poner mi mejor valor al servicio de quien genera más valor: si algo he aprendido en mi trayectoria, es que la capacidad de análisis de situaciones de negocio, es el aspecto más importante para dar soluciones de marketing efectivas.
  • Y es en ese punto de partida, unido a la creatividad, donde yo me siento más realizado.

    Disfruto conociendo a las personas, sus proyectos, sus retos, sus talentos y dificultades. Obtener el valor diferencial de mi cliente, para transformarlo en una estrategia de identidad de marca y propuesta de valor que le ayude a alcanzar de forma certera su propósito.

    Construir con creatividad y rigor a la realidad, una personalidad de marca diferenciada, con la que se siente plenamente identificado y le permita conectar y atraer a sus mejores clientes.

Y ahí apareces tú. Mi cliente ideal.

Todo este largo trayecto tiene un solo destino: tú.

Dónde de verdad encuentra más sentido mi trabajo es ayudando a personas con proyectos profesionales que generan un beneficio social claro. Profesionales que con su trabajo ayudan a transformar la realidad de las personas a la vez que transforman la suya propia.

He ahí la razón por la que decidí enfocar mis servicios de marketing digital para profesionales de la salud y el bienestar.

Profesionales como tú, que a través del coaching, la psicología o diferentes terapias consiguen, con una preparación exigente y un método probado, ayudar a las personas a aliviar su dolor, a potenciar sus capacidades, su talento. Superar retos y dificultades.

Se me ocurren pocas cosas que aporten mayor beneficio social que mejorar la salud física, mental o el bienestar emocional en cualquier ámbito.

Por eso, ha sido fácil encontrar un propósito claro a mi dedicación: ayudarte a vivir plenamente de tú vocación, para alcanzar tu propósito de mejorar el bienestar del mayor número de personas.

Para ello te ayudaré a construir una estrategia de marketing digital enfocada en dar forma a una identidad de marca poderosa, bien alineada con tus talentos y claramente enfocada a atraer a tus mejores clientes.

Gracias por acompañarme en este viaje.

Si te has tomado la molestia de recorrer cual ha sido mi historia hasta aquí, a través de este extenso artículo, te estoy muy agradecido por el interés demostrado.

Confío en que la razón sea porque en mi historia has encontrado algún paralelismo con la tuya, has descubierto alguna reflexión que te ha motivado a seguir leyendo, o te encuentran en un punto de situación donde necesitas alguien que te acompañe en tu comino.

Estoy deseando conocer tu historia y ayudarte a construir tu sueño y propósito.

Empieza por descargar gratuitamente mi Test de marca ganadora + Check list esencial de marketing de salud y bienestar, con el que descubrirás cual son las claves para poder vivir al 100% de tu propósito.

Te animo a mantener vivo el contacto y consultarme cualquier aspecto que te preocupe en relación a tu estrategia de marketing como coach, psicólogo o terapeuta.

Estaré encantado de ayudarte.

¡Un abrazo y mucha fuerza con tu iniciativa!

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